Se recomienda empezar con una yegua, o un macho castrado, ya que los machos jóvenes y sin castrar pueden resultar más nerviosos y difíciles de controlar por el simple hecho de oler a una hembra en celo. El mejor ejemplar para tomar contacto con estos animales suele ser una yegua de siete años de edad, acostumbrada a estar con personas y a ser montada, aunque siempre es recomendable la ayuda de un experto para adquirir cierta técnica y dominio con el caballo. La manera de acercarse el caballo es de frente, de forma que pueda vernos y escucharnos. El primar paso es extender el brazo de manera que lo pueda oler y al acercarnos, acariciar su cuello con palmaditas leves para demostrarle que no se tiene miedo. Otros puntos que no deben descuidarse son: Visita del veterinario: en el caso de los equinos, se recomienda al menos una media de dos veces al año.
Cuidado dental: es de especial importancia una revisión dental periódica realizada por el veterinario. Normalmente, cada seis meses se le ha de realizar una lima de odontofitos.
Vacunación: la vacunación también debe hacerse de forma periódica, según las indicaciones y normas veterinarias que existen. Se hace espacial hincapié en aquellos caballos que suelen frecuentar concursos, ferias o exhibiciones.
Desparasitación: El caballo puede albergar permanentemente parásitos. En el medio ambiente del caballo (hierba, agua, prados) existen numerosos parásitos microscópicos. La desparasitación periódica permite romper el ciclo y evitar posibles enfermedades. Alimentación: El caballo necesita una alimentación adecuada y variada teniendo en cuenta su edad, raza y actividad. Posibles problemas derivados de una mala alimentación pueden ser la obesidad o la anemia. |
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